sábado, 14 de junio de 2014

Calibre 50.

El eco de los impactos resonaba en sus tímpanos.
Se mantuvo impávido, mientras la mirilla de veinticuatro
aumentos reflejaba en su retina el baile misterioso
con el que los soldados enemigos se precipitaban contra
el asfalto. El ambiente se postraba árido.
La metralla del fuego continuo de la infantería causaba
estragos en las estructuras de hormigón de los edificios,
causando una lluvia de pequeños escombros seguida por
los alaridos de decenas de cuerpos que luchaban por ponerse a salvo.

El objetivo se fijaba ahora en una azotea, lo suficientemente lejos como
para ver a alguien de cuerpo entero a través del ojo de una aguja.
Un individuo, de piel negra y uniforme verdoso, aparecía tras la
salida a la azotea del respectivo edificio, mostrando en su rostro
cierta mueca de pavor y terrible miedo, viéndose acorralado así mismo
en una jaula situada a otros tantos metros del suelo.

Humedad variable. Viento sur a trece, 723 metros.

Las indicaciones llegaban continuas a su audífono, colocado en el
oído izquierdo, por el cual su observador traducía las matemáticas
convertidas en un macabro tutorial de caza.

El tacto frío del gatillo en la yema de su dedo índice le daba un plus
de tranquilidad, de gélida paz, lo cual le permitía mantener sus
constantes vitales en un punto en el cual sus manos se mostraran
rígidas al sostener sobre su propio peso aquel Barret de calibre 50.

El mimético traje del cual hacía gala, junto a semejante distancia,
le otorgaban una seguridad completa. Su mano derecha se apartó
del gatillo, posándose sobre los calibres rotatorios de la óptica.
9 milímetros vertical, -3 milímetros horizontal. Esa era la receta
para que el proyectil volara 700 metros haciendo pedazos a ese
malnacido.

Su dedo índice volvió lento al férreo y cóncavo espacio, el cual,
tras una determinada presión, activaría el percutor del arma,
impulsando la bala a una velocidad inimaginable, portando tras de sí
una muerte instantánea, a la vez que, irónicamente, la paz final.

viernes, 13 de diciembre de 2013

LA RELIGIÓN

Este es el primer tema que trato desde que monté el blog. Es un tema del cual se opina a todas horas en todo el mundo, pero no por ello me abstendré de dar mi opinión propia, basándome en la razón y la verdad.
Tampoco voy a andarme con definiciones copiadas de Wikipedia ni conceptos de diccionario, sino con palabras y explicaciones que todos entendamos.

La religión en sí es la 'zona cero' de las tantas creencias existentes en este momento, las cuales afirman la existencia de un ser todopoderoso y/o omnipotente, el cual todo lo sabe y puede, y el cual ha creado todo cuanto conocemos. Sin embargo, la creencia en sí en cualquiera de esos "seres" se basa única y exclusivamente en la fe ciega, es decir, creer en algo/alguien con total convencimiento y sin poder demostrar su existencia física. 

Si reflexionamos sobre la fe ciega, lógicamente es un poco absurdo. Nadie ha podido, puede, ni podrá jamás de los jamases demostrar que existe en el universo algo o alguien todopoderoso el cual ha creado todo lo que vemos y conocemos, NO. Por otra parte, a absolutamente nadie se le puede negar el derecho a una creencia propia en cualquier tipo de religión.

Si analizamos un poquito los pros y los contras de la existencia de estas creencias, teniendo en cuenta los tiempos que nos encontramos, la balanza se equilibra. Las religiones, desde tiempos inmemorables, han dado lugar a guerras, luchas y muerte, justificando tales enfrentamientos con fin de demostrar que "X" religión es la verdadera. En este punto en cuestión, se puede decir desde un principio y sin pensarlo mucho, que no existe una religión verdadera. Todas se basan en lo mismo, todas son indemostrables y un dato irrefutable es que tu pertenecencia a una de estas religiones está ligada al lugar en el que has sido concebido. Si has nacido en un país en el cual la religión predominante es el Cristianismo, y tu desarrollo desde pequeño ha ido complementado por esas creencias (ya sea por influencia familiar, por amigos o por otras vías), tu creerás en todo lo que al Cristianismo concierne. EN CAMBIO, si el país en el que has nacido tiene como referencia el Islam (siendo esta religión más criticada por sus prácticas misóginas), alabarás a Alá, y todo lo que comprende el Islam (horario para rezar, compromiso de viajar a la meca una vez almenos en la vida, etc...). No existe la religión verdadera, solo la idea que se implementa en la mente de un niño desde bien pequeño, no olvidemos que la mente de un niño es la más maleable en cuanto a 'meter' ideas en ella. (Esto último me recuerda al parecido que tiene con el hipotético "genio maligno" de René Descartes, el cual era capaz de hacernos creer algo lo cual no es cierto, pero que sin embargo, interpretaremos como verdadero).

La otra cara de la religión (en según que casos y en qué religión) es que suele sacar lo mejor de las personas. Una persona creyente se encomienda a Dios de tal manera, que busca que él le guíe en su 'camino', pidiéndole ayuda, dándole las gracias o reprochándole algún acontecimiento en cuestión. Muchas personas se sienten contentas consigo mismas por el tan simple hecho de creer que algo o alguien está haciendo lo mejor para ellos en cada momento, a quien pueden atribuir logros, pérdidas, etc. En este punto también quiero hacer hincapié en las situaciones en las que fallece un ser querido. El hecho de pensar que cierta persona a la que hemos perdido, tras años y años de estar juntos, descansará en paz, irá al cielo y demás... siempre calma a la persona la cual ha sufrido esa pérdida. El pensamiento de que esa persona estará en un lugar mejor y demás, apacigua, de alguna manera, el sentimiento de que no volveremos a ver a ese ser querido más, sabiendo, por desgracia, que esa persona simplemente ha desaparecido, PARA SIEMPRE.

"POLVO SOMOS Y EN POLVO NOS CONVERTIREMOS".

Sin embargo, y aún manteniendo mi opinión sobre la no existencia de ningún tipo de Dios o ser todopoderoso, tengo la certeza de que el ser humano no puede convivir sin la religión, pues siempre habrá alguien quien no quiera creer que las cosas pasan así porque sí, sin más. No se puede culpar a nadie que piense de esa manera, ya que cada persona tiene libertad de pensamiento, y nadie puede poner en cuestión sus creencias.

No he profundizado mucho en el tema, solo he tocado los temas "superficiales" y que me han venido a la cabeza a medida que voy escribiendo este artículo, pero mi reflexión sobre este tema es que el ser humano no puede vivir sin la existencia de religiones, sin producirse el caos total previamente. El día en que ese estado se consiga, este estará construido bajo cadáveres y armas.


Necesitamos vivir una mentira para vivir felices.


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